viernes, 26 de febrero de 2010

El inicio...


Nunca me planteé la idea de ingresar en prisión. Había pensado en todos los premios que podrían tocarme, los lugares que visitar, etc. Pero nunca jamás había pensado en la cárcel, aquel edificio, o mejor, el conjunto de ellos tan fríos y solitarios.

Nunca había pensado en ella...



hasta ahora.


Antes de que llegase el día indicado, no me lo creía. Una vez allí, en aquella oscura "sala de espera", donde estuve unas 6 horas esperando a que una señora con cara de "no me cae bien nadie"me trajese el famoso uniforme de presidiario*, seguía sin creerme que iba a ser una de aquellas chicas de las películas que por cuestiones de drogas, sexo o robos ingresaban en la cárcel durante años.

Nada, sigo sin creérmelo.

No puedo creer que vaya a entrar ya.

Estoy entrando. Cruzo la puerta de mi celda.

- ¿Quién coño eres tú? Otra puta que encierran.

- ¡Cállate! Es tu compañera de celda a partir de ahora.- dijo la señora de pocos amigos (por no decir ninguno).


20 años aquí...¿cómo?




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